jueves, 7 de abril de 2016

Lugar exótico





¿Quieres saber qué es lo que se encuentra al final de este puente de madera curvo? ¡No puedes perder esta oportunidad, no dejes que la duda quede en tu cabeza, no te lo pienses, ven, averígualo tú mismo!
Viajes a México

Este anuncio era el que estaba viendo una señora llamada Hebe mientras terminaba de desayunar ese gran tazón de deliciosos cereales que tomaba cada día. La luz del brillante sol entraba por la ventana como cada día. Hebe estaba muy harta de ver continuamente ese anuncio, de hecho, nunca le había llamado la atención qué habría detrás de ese misterioso puente. Pues después de verlo tantas veces se quedó con esa impaciente curiosidad y tuvo la decisión de hacer ese viaje a México, que tendría lugar en Junio. Dejó de pensar en ello porque sino sería imposible ocuparse de otra cosa y puso rumbo a su trabajo.
Pasó la mañana, como todas, alimentando y cuidando a los delfines, Hebe trabajaba como bióloga marina en el parque acuario de Valencia. Disfrutaba haciendo su trabajo, sentía que comprendía mejor a los defines que a las personas, por lo menos ellos no les decían lo que estaba bien o mal, eso era lo que realmente le gustaba.
Pasaron los larguísimos e inquietantes tres meses y llegó el momento de hacer ese viaje tan esperado y a la vez deseado. Hebe tomó el avión a las 14:00 y llegó a México a las 02:00 de la noche, bueno en realidad allí eran las 7 de la tarde, llegó a una hora idónea, era la ciudad La Paz.
Llega al hotel y deshace la maleta llena de ropa veraniega (bikinis, shorts…) y se recuesta un poco en la cama para descansar un poco del eterno viaje. Al día siguiente le tocaba ir a ese magnífico puente curvo y misterioso que tanto estaba calva de haber escuchado en la televisión. Fue el día que más nerviosa se había levantado de su vida. Miró el mapa y esas casas se encuentran en la playa de La Paz, la península de la baja California Sur, justo en frente del magnífico hotel en el que se instaló. Cruza la calle (llena de coches y tráfico de personas desde por la mañana temprano) y llega a la playa. Nada más llegar disfruta del tacto suave y ardiente de la blanca arena que habitaba en la playa; mira hacia el horizonte y observa la divinidad que eligió como destino del viaje que decidió hacer. Sin lugar a dudas, estaba encantada. Después de saborear el salado aire de la playa abre los ojos y ve las cabañas tan recientemente vistas en otro anuncio de la televisión y comienza a correr hacia él porque no podía esperar más a ver qué era lo que le esperaba allí. Atraviesa el curvo puente y llega hasta la primera cabaña, en la que no hay nada, entonces se decide a seguir hacia la otra en que la tampoco hay nada. Cada vez que iba de una cabaña a otra más se iban adentrando mar a dentro. Hasta que llegó a la última, ya cansada de tanto correr y ve una mesa llena de comida y fruta propia de Méxio (guayaba, fresa, limón, melón piña, papaya…) y un par de sillas para sentarse. Cuando Hebe vio esto lo primero que pensó fue en lo estupida que ha sido al creerse que habría algo al final de este puente, y tenía decidido que demandaría a la compañía por haberla timado de tal manera. Aunque estaba enfadada no pudo remediar tomar un poco de fruta ya que llamaba la atención. En una copa había un papel misterioso y pequeño que cogió y procedió a leer. En el papelito ponía: “Sabíamos que no ibas a fijarte en el pequeño detalle, sabemos que no has percibido la finalidad de este viaje, por eso, la invitamos a que mire al horizonte y observe”
Hebe esbozó una leve risa y se dignó a observar qué era lo que el remitente de esa nota quería que observara. Miró y vio a un grupo de ballenas que salían a la superficie para coger aire. Eran unas ballenas preciosas, negras y teñidas por el color del mar, su piel gruesa aportaba grandes manchas blancas que las hacían más bellas aún.

Fue un verdadero espectáculo y Hebe quedó sorprendida y a la vez encantada, ya que su sueño era ver ballenas como bióloga marina que es. Se quedó observándolas toda la tarde y no cerró la boca ni se limitó a parpadear para no perder rastro de ellas. Sin duda, Hebe queda agradecida a ese anuncio porque sino hubiera sido por él, jamás hubiera ido.

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