¿Quieres saber qué es lo que se encuentra al final de este puente de madera curvo? ¡No puedes perder esta oportunidad, no dejes que la duda quede en tu cabeza, no te lo pienses, ven, averígualo tú mismo!
Viajes a México
Este anuncio era el que estaba
viendo una señora llamada Hebe mientras terminaba de desayunar ese gran tazón
de deliciosos cereales que tomaba cada día. La luz del brillante sol entraba
por la ventana como cada día. Hebe estaba muy harta de ver continuamente ese
anuncio, de hecho, nunca le había llamado la atención qué habría detrás de ese
misterioso puente. Pues después de verlo tantas veces se quedó con esa
impaciente curiosidad y tuvo la decisión de hacer ese viaje a México, que
tendría lugar en Junio. Dejó de pensar en ello porque sino sería imposible
ocuparse de otra cosa y puso rumbo a su trabajo.
Pasó la mañana, como todas,
alimentando y cuidando a los delfines, Hebe trabajaba como bióloga marina en el
parque acuario de Valencia. Disfrutaba haciendo su trabajo, sentía que
comprendía mejor a los defines que a las personas, por lo menos ellos no les
decían lo que estaba bien o mal, eso era lo que realmente le gustaba.
Pasaron los larguísimos e
inquietantes tres meses y llegó el momento de hacer ese viaje tan esperado y a
la vez deseado. Hebe tomó el avión a las 14:00 y llegó a México a las 02:00 de
la noche, bueno en realidad allí eran las 7 de la tarde, llegó a una hora
idónea, era la ciudad La Paz.
Llega al hotel y deshace la
maleta llena de ropa veraniega (bikinis, shorts…) y se recuesta un poco en la
cama para descansar un poco del eterno viaje. Al día siguiente le tocaba ir a
ese magnífico puente curvo y misterioso que tanto estaba calva de haber
escuchado en la televisión. Fue el día que más nerviosa se había levantado de
su vida. Miró el mapa y esas casas se encuentran en la playa de La Paz , la península de la baja
California Sur, justo en frente del magnífico hotel en el que se instaló. Cruza
la calle (llena de coches y tráfico de personas desde por la mañana temprano) y
llega a la playa. Nada más llegar disfruta del tacto suave y ardiente de la
blanca arena que habitaba en la playa; mira hacia el horizonte y observa la
divinidad que eligió como destino del viaje que decidió hacer. Sin lugar a
dudas, estaba encantada. Después de saborear el salado aire de la playa abre
los ojos y ve las cabañas tan recientemente vistas en otro anuncio de la
televisión y comienza a correr hacia él porque no podía esperar más a ver qué
era lo que le esperaba allí. Atraviesa el curvo puente y llega hasta la primera
cabaña, en la que no hay nada, entonces se decide a seguir hacia la otra en que
la tampoco hay nada. Cada vez que iba de una cabaña a otra más se iban
adentrando mar a dentro. Hasta que llegó a la última, ya cansada de tanto
correr y ve una mesa llena de comida y fruta propia de Méxio (guayaba, fresa,
limón, melón piña, papaya…) y un par de sillas para sentarse. Cuando Hebe vio
esto lo primero que pensó fue en lo estupida que ha sido al creerse que habría
algo al final de este puente, y tenía decidido que demandaría a la compañía por
haberla timado de tal manera. Aunque estaba enfadada no pudo remediar tomar un
poco de fruta ya que llamaba la atención. En una copa había un papel misterioso
y pequeño que cogió y procedió a leer. En el papelito ponía: “Sabíamos que no
ibas a fijarte en el pequeño detalle, sabemos que no has percibido la finalidad
de este viaje, por eso, la invitamos a que mire al horizonte y observe”
Hebe esbozó una leve risa y se
dignó a observar qué era lo que el remitente de esa nota quería que observara.
Miró y vio a un grupo de ballenas que salían a la superficie para coger aire.
Eran unas ballenas preciosas, negras y teñidas por el color del mar, su piel
gruesa aportaba grandes manchas blancas que las hacían más bellas aún.
Fue un verdadero espectáculo y
Hebe quedó sorprendida y a la vez encantada, ya que su sueño era ver ballenas
como bióloga marina que es. Se quedó observándolas toda la tarde y no cerró la
boca ni se limitó a parpadear para no perder rastro de ellas. Sin duda, Hebe
queda agradecida a ese anuncio porque sino hubiera sido por él, jamás hubiera
ido.
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