Título: La fuente de las Vestales
Autor: Jean-François Nahmias
Estaba sentado en un sillón frente a una chimenea encendida y una gran ventana desde la que veía todo París, y a mi lado, una copa de coñac que saboreo con mucho placer. Después, me pongo manos a la obra, abro mi libreta y con un bolígrafo comienzo a escribir mi segunda novela de una saga llamada Titus Flaminius la cual me dio mucha fama. Cuando ya me estaba llegando la inspiración y tenía claro qué era lo que quería escribir oigo un ruido que viene del porche de mi casa. "Qué extraño"- pienso,- si ya es muy tarde y no espero visita de nadie. Esperé a ver si paraba de sonar ese ruido pero a vista de que aún cesaba decidí bajar a comprobar qué estaba pasando. Abro la puerta y veo a un muchacho vestido un tanto extraño, con ropa de la época romana; con un barba negra que apenas se le podía ver la boca.
-¿Quién es usted? ¿Y qué quiere? Váyase si no quiere que llame a la policía, ¿qué horas son estas de armar ruido?
-¿Es usted el autor del libro "La fuente de las Vestales"?-dice con una voz grave.
-Así es.-contesto.
-Verás, sé que va a sonar un poco a broma pero... qué raro que no sepa quién soy, porque no creo que todo el mundo vaya vestido como yo... Verás, soy el protagonista de tu novela, soy Titus.
Cuando escuché sus palabras creía que me había vuelto loco, ¿cómo puede ser posible? si tan solo es una novela, no puede ser que realmente exista y menos si viene de épocas tan pasadas.
-Sí señor,-continúa hablando- soy yo, y he venido para decirle que el final de su propia novela no es que me haya parecido la mejor elección, y por eso he venido a pedirte que lo cambies. Sé que te ha dado mucha fama, pero esta novela no podía acabar así después de todo lo que hice y sufrí hasta dar con lo que buscaba. He estado pensando una cuantas ideas, a ver que le parecen.
Entró a casa y se acomodó en el sillón en que estaba sentado y tomó la copa y se la bebió. La saboreó y comenzó a hablar.
-Mire, dado el sufrimiento que pasé por el libro no me puedo permitir que ese final fuera así, no podía perder a mi amada esposa. Ya que me arrebató a mi madre no quería que también acabaras con mi esposa; por eso sugiero que el final no fuera así y fuera de la siguiente manera: ya que esta historia también hizo que perdiera a mi gran amigo me gustaría que fuera como si todo hubiera sido un sueño y que nada de eso hubiera pasado, eso sí, mantendría que yo me enamorara pero por lo demás... pienso que es mejor hacer de todo un sueño y estoy seguro que quedaría mejor, lo sé.
Entonces respondí:
-La verdad es que me ha gustado mucho tu sugerencia pero también tengo que decir que no todas las historias tienen porqué acabar bien ya que si todo fuera un final feliz no tendría ningún enganchamiento la trama, la verdad es que una novela en la que todo ha sido bastante malo no puedo hacer que el final sea bueno de repente... Pero me has convencido, lo haré, porque tú no te merecías sufrir tanto. Ah eso sí, no pienses que las demás novelas sobre ti vayan a ser igual, no vengas a pedirme que cambie todos los finales; así que te aviso, prepárate para lo que te va a tocar vivir.
-Muchas gracias señor, confío en que lo hará bien. Y no intente meterme miedo, estoy preparado para cualquier cosa.
Y vi como desaparecía poco a poco; de él, sólo quedo una densa niebla que para mí fue la más preciada de ver.
Resumen:
Titus flaminus, un joven patricio abogado, ve cómo su mundo se derrumba tras el asesinato de su madre. Como la justicia romana no está obligada a investigar los delitos, decide buscar al culpable por su cuente. En la fuente de las vestales, Titus Flaminius jura encontrar el asesino de su madre. Seguirá la pista de una perla robada a la amante de Julio César y sus investigaciones le llevarán a la bella Licinia, una de las vestales que guarda el fuego sagrado y Floro, que será su amigo y compañero a quien va a ayudar a seguir las pistas para resolver el caso y descubrir al asesino de su madre.