viernes, 22 de abril de 2016

¿Cómo que no existo?

Título: La fuente de las Vestales
Autor: Jean-François Nahmias
















  Estaba sentado en un sillón frente a una chimenea encendida y una gran ventana desde la que veía todo París, y a mi lado, una copa de coñac que saboreo con mucho placer. Después, me pongo manos a la obra, abro mi libreta y con un bolígrafo comienzo a escribir mi segunda novela de una saga llamada Titus Flaminius la cual me dio mucha fama. Cuando ya me estaba llegando la inspiración y tenía claro qué era lo que quería escribir oigo un ruido que viene del porche de mi casa. "Qué extraño"- pienso,- si ya es muy tarde y no espero visita de nadie. Esperé a ver si paraba de sonar ese ruido pero a vista de que aún cesaba decidí bajar a comprobar qué estaba pasando. Abro la puerta y veo a un muchacho vestido un tanto extraño, con ropa de la época romana; con un barba negra que apenas se le podía ver la boca.
-¿Quién es usted? ¿Y qué quiere? Váyase si no quiere que llame a la policía, ¿qué horas son estas de armar ruido?
-¿Es usted el autor del libro "La fuente de las Vestales"?-dice con una voz grave.
-Así es.-contesto.
-Verás, sé que va a sonar un poco a broma pero... qué raro que no sepa quién soy, porque no creo que todo el mundo vaya vestido como yo... Verás, soy el protagonista de tu novela, soy Titus.
  Cuando escuché sus palabras creía que me había vuelto loco, ¿cómo puede ser posible? si tan solo es una novela, no puede ser que realmente exista y menos si viene de épocas tan pasadas.
-Sí señor,-continúa hablando- soy yo, y he venido para decirle que el final de su propia novela no es que me haya parecido la mejor elección, y por eso he venido a pedirte que lo cambies. Sé que te ha dado mucha fama, pero esta novela no podía acabar así después de todo lo que hice y sufrí hasta dar con lo que buscaba. He estado pensando una cuantas ideas, a ver que le parecen.
  Entró a casa y se acomodó en el sillón en que estaba sentado y tomó la copa y se la bebió. La saboreó y comenzó a hablar.
-Mire, dado el sufrimiento que pasé por el libro no me puedo permitir que ese final fuera así, no podía perder a mi amada esposa. Ya que me arrebató a mi madre no quería que también acabaras con mi esposa; por eso sugiero que el final no fuera así y fuera de la siguiente manera: ya que esta historia también hizo que perdiera a mi gran amigo me gustaría que fuera como si todo hubiera sido un sueño y que nada de eso hubiera pasado, eso sí, mantendría que yo me enamorara pero por lo demás... pienso que es mejor hacer de todo un sueño y estoy seguro que quedaría mejor, lo sé.
  Entonces respondí:
-La verdad es que me ha gustado mucho tu sugerencia pero también tengo que decir que no todas las historias tienen porqué acabar bien ya que si todo fuera un final feliz no tendría ningún enganchamiento la trama, la verdad es que una novela en la que todo ha sido bastante malo no puedo hacer que el final sea bueno de repente... Pero me has convencido, lo haré, porque tú no te merecías sufrir tanto. Ah eso sí, no pienses que las demás novelas sobre ti vayan a ser igual, no vengas a pedirme que cambie todos los finales; así que te aviso, prepárate para lo que te va a tocar vivir.
-Muchas gracias señor, confío en que lo hará bien. Y no intente meterme miedo, estoy preparado para cualquier cosa. 
  Y vi como desaparecía poco a poco; de él, sólo quedo una densa niebla que para mí fue la más preciada de ver. 


Resumen:
Titus flaminus, un joven patricio abogado, ve cómo su mundo se derrumba tras el asesinato de su madre. Como la justicia romana no está obligada a investigar los delitos, decide buscar al culpable por su cuente. En la fuente de las vestales, Titus Flaminius jura encontrar el asesino de su madre. Seguirá la pista de una perla robada a la amante de Julio César y sus investigaciones le llevarán a la bella Licinia, una de las vestales que guarda el fuego sagrado y Floro, que será su amigo y compañero a quien va a ayudar a seguir las pistas para resolver el caso y descubrir al asesino de su madre.


jueves, 7 de abril de 2016

Antonio Machado y su vida

Setenta y siete años sin Machado.

Señor, me cansa la vida y el universo me ahoga.
                                                                                                  
En este artículo de mi periódico vamos a hacer un pequeño homenaje a la vida de nuestro gran poeta Antonio Machado pero sobre todo vamos a hablar de las causas que provocó la muerte prematura de éste. Pero primero vamos a recordar quién fue: Antonio Machado fue un gran poeta de la generación del 98, nacido en Sevilla en 1875; su padre, Antonio Machado fue un folklorista famoso.
Ahora voy a proceder a recordar un poco la infancia de este personaje, en la que dice que son los recuerdos de un patio de Sevilla con un huerto claro donde madura el limonero, que se recoge en el poema “Retrato” del libro “Campos de Castilla”. Machado pasó su juventud en Madrid, donde estudió, y al morir su padre la familia entró en dificultades económicas que retraso el proceso de los estudios de éste. Después se trasladó a Francia con su hermano donde trabajó como traductor y conoció a Rubén Darío, por el que sintió gran admiración. En su regreso a Madrid trabaja en una revista llamada Helios y publica su primer libro titulado Soledades donde se le reconocerá como gran poeta. Machado obtuvo la cátedra de francés del Instituto de Baeza. Durante su estancia de seis años en esa ciudad andaluza, se entregó al estudio de la filosofía y letras. En 1931, al proclamarse la República, Machado obtuvo una cátedra en el Instituro Calderón de Madrid. Su vida en Madrid durante los años republicanos se caracterizó por el estudio, las tertulias y paseos con sus hermanos Manuel y José. También escribió obras de teatro junto con su hermano Manuel como: El hombre que murió en la guerra.

Ahora vamos a comenzar con el punto de las causas de la muere de Antonio Machado: Antonio Machado se murió de pena. Así lo suelen afirmar los biógrafos del poeta. El miedo, la pobreza, las interminables esperas en la frontera, el frío, el fracaso, la nostalgia, la soledad... van a precipitar su prematura muerte. El aspecto oscuro de los acontecimientos en la guerra que terminará con el agobiante periodo final por España y Francia. La separación durante la guerra y luego el tremendo sinsabor de saber a su hermano Manuel, tan inseparable camarada de empresas literarias y teatrales, convertido ahora en importante defensor de esa España que empuja a él y su otra familia al destierro. Las solicitudes por su madre anciana —que morirá tres días después del poeta, y por sus sobrinas (hijas de su hermano José), a las que quería como un padre y de las que no se tenía noticia. La irremediable pérdida de Guiomar, su gran amor otoñal, cuyo recuerdo le acompañará durante todo el exilio interior y exterior, hasta las mismas puertas de la muerte. Las circunstancias pueden ser las siguientes: el fumador viejo: Machado era un empeñado fumador, y probablemente adicto al café. Su hermano José referirá igualmente que, en las largas veladas de colaboración entre los dos hermanos Antonio y Manuel para escribir las obras teatrales, fumaba con abundancia.  También puede ser como la muerte de Abel Martín: En los testimonios fotográficos conservados de Machado se hace muy patente su progresiva decrepitud. Desde la famosa fotografía tomada por Alfonso en el café de las Salesas en Madrid en 1933 en la que el escritor, con gesto algo adusto, todavía luce una generosa papada, hasta las tomadas en Valencia en 1937 ha pasado un mundo. Él mismo se reconoce viejo y enfermo en una carta escrita a mediados de ese año. Pero las fotografías son mucho más expresivas. En ellas la cara del escritor aparece famélica, el pelo alborotado, profundas arrugas en la frente y hundidos los ojos tras los anteojos de pasta. Recuerda la facies característica de los pacientes con enfisema pulmonar avanzado


Fotografía en el café de Salesas

Lugar exótico





¿Quieres saber qué es lo que se encuentra al final de este puente de madera curvo? ¡No puedes perder esta oportunidad, no dejes que la duda quede en tu cabeza, no te lo pienses, ven, averígualo tú mismo!
Viajes a México

Este anuncio era el que estaba viendo una señora llamada Hebe mientras terminaba de desayunar ese gran tazón de deliciosos cereales que tomaba cada día. La luz del brillante sol entraba por la ventana como cada día. Hebe estaba muy harta de ver continuamente ese anuncio, de hecho, nunca le había llamado la atención qué habría detrás de ese misterioso puente. Pues después de verlo tantas veces se quedó con esa impaciente curiosidad y tuvo la decisión de hacer ese viaje a México, que tendría lugar en Junio. Dejó de pensar en ello porque sino sería imposible ocuparse de otra cosa y puso rumbo a su trabajo.
Pasó la mañana, como todas, alimentando y cuidando a los delfines, Hebe trabajaba como bióloga marina en el parque acuario de Valencia. Disfrutaba haciendo su trabajo, sentía que comprendía mejor a los defines que a las personas, por lo menos ellos no les decían lo que estaba bien o mal, eso era lo que realmente le gustaba.
Pasaron los larguísimos e inquietantes tres meses y llegó el momento de hacer ese viaje tan esperado y a la vez deseado. Hebe tomó el avión a las 14:00 y llegó a México a las 02:00 de la noche, bueno en realidad allí eran las 7 de la tarde, llegó a una hora idónea, era la ciudad La Paz.
Llega al hotel y deshace la maleta llena de ropa veraniega (bikinis, shorts…) y se recuesta un poco en la cama para descansar un poco del eterno viaje. Al día siguiente le tocaba ir a ese magnífico puente curvo y misterioso que tanto estaba calva de haber escuchado en la televisión. Fue el día que más nerviosa se había levantado de su vida. Miró el mapa y esas casas se encuentran en la playa de La Paz, la península de la baja California Sur, justo en frente del magnífico hotel en el que se instaló. Cruza la calle (llena de coches y tráfico de personas desde por la mañana temprano) y llega a la playa. Nada más llegar disfruta del tacto suave y ardiente de la blanca arena que habitaba en la playa; mira hacia el horizonte y observa la divinidad que eligió como destino del viaje que decidió hacer. Sin lugar a dudas, estaba encantada. Después de saborear el salado aire de la playa abre los ojos y ve las cabañas tan recientemente vistas en otro anuncio de la televisión y comienza a correr hacia él porque no podía esperar más a ver qué era lo que le esperaba allí. Atraviesa el curvo puente y llega hasta la primera cabaña, en la que no hay nada, entonces se decide a seguir hacia la otra en que la tampoco hay nada. Cada vez que iba de una cabaña a otra más se iban adentrando mar a dentro. Hasta que llegó a la última, ya cansada de tanto correr y ve una mesa llena de comida y fruta propia de Méxio (guayaba, fresa, limón, melón piña, papaya…) y un par de sillas para sentarse. Cuando Hebe vio esto lo primero que pensó fue en lo estupida que ha sido al creerse que habría algo al final de este puente, y tenía decidido que demandaría a la compañía por haberla timado de tal manera. Aunque estaba enfadada no pudo remediar tomar un poco de fruta ya que llamaba la atención. En una copa había un papel misterioso y pequeño que cogió y procedió a leer. En el papelito ponía: “Sabíamos que no ibas a fijarte en el pequeño detalle, sabemos que no has percibido la finalidad de este viaje, por eso, la invitamos a que mire al horizonte y observe”
Hebe esbozó una leve risa y se dignó a observar qué era lo que el remitente de esa nota quería que observara. Miró y vio a un grupo de ballenas que salían a la superficie para coger aire. Eran unas ballenas preciosas, negras y teñidas por el color del mar, su piel gruesa aportaba grandes manchas blancas que las hacían más bellas aún.

Fue un verdadero espectáculo y Hebe quedó sorprendida y a la vez encantada, ya que su sueño era ver ballenas como bióloga marina que es. Se quedó observándolas toda la tarde y no cerró la boca ni se limitó a parpadear para no perder rastro de ellas. Sin duda, Hebe queda agradecida a ese anuncio porque sino hubiera sido por él, jamás hubiera ido.